Los metros de la Estantería. (El Premio Planeta). Por: Alena. Collar.
Le han dado el premio Planeta al señor Savater, y una, que es un poco rarita, se pregunta si lo necesitaba mucho…
A mí esto de los Premios de las empresas tan privadísimas que hacen su agosto aunque sea noviembre con el marketing, cada vez como que me chirría más.
Los Metros de la Estantería. Por: Alena. Collar.
Resulta que aquí tenemos una empresa editorial que produce libros como podría producir gambas al ajillo, jabones o cañas de pescar. Y claro, cualquiera de los tres ejemplos citados diría para vender más que su producto es inigualable, y muy bien que haría; ahora bien, los productos de Planeta son libros, y sucede que, salvo algunas honradísimas excepciones, no son inigualables literariamente hablando, sino de una calidad tendiendo a mínima y en algunos casos, nula.
Los Premios Planeta están pactados de antemano con el escritor en cuestión; es decir, se contacta con varios escritores para que se presenten al Planeta, y a cambio se les larga el premio. Es decir, que hay escritores que escriben una novela porque los editores de Planeta les han dicho que se presenten al Planeta que se lo van a dar.
Juan Marsé hace un par de años se largó del jurado, con más razón que un santo, hasta las mismas narices de que dicho jurado lo menos que hiciera fuera juzgar. Probablemente fue el único escritor en este país que se atrevió a denunciar lo que era y sigue siendo un escándalo: el hecho de la nula calidad de los premiados. Es decir, de la estafa cultural que supone el pretendido galardón.
Con el Premio Planeta no se premia nada: se crea un artefacto de marketing para ventas y se le envuelve en colorines. Se da auto bombo al escritor de marras y todos, salvo los lectores, salen ganando.
En el caso de este año, se ha premiado al señor Savater, que, salvo decir que el castellano está muy perseguido y firmar un manifiesto, por la cultura real de este país este año a través de sus libros o artículos, ha hecho poco.
Ahora ha perpetrado una novela policiaca, parece ser. A este señor, le persiguen las ganas de intriga hasta en sus propios libros.
Pero lo venderá como rosquillas, o como jabones, y decorará los estantes de un montón de lectores bien pensantes que opinan que tener los Premio Planeta en casa es ser cultos.
Triste país el que mide la cultura por metros de estantería.
Todavía recuerdo aquello que le espetó a M.de la Pau Janer, «calidad subterránea». Y la cara que se le quedó a ella. Y no era para menos.