Tratamiento plástico de los personajes femeninos en Shakespeare:I:Julieta y Porcia. Por Virginia Seguí

Un estudio de dos personajes femeninos de Shakespeare: Julieta y Porcia y de sus representaciones plásticas a cargo de Watherhouse, Hayez. o Millais, etc. Sus lienzos nos demuestran la interrelacion entre la literatura y la pintura. y/o la interpretación inesperada que de ellas hacen los diversos pintores que las ejecutan.

 

A study of two feminine characters of Shakespeare: Julieta and Porcia and of their plastic representations in charge of Watherhouse, Hayez, or Millais, etc. Their canvases demonstrate us the interrelation between the literature and the painting,  and/or the unexpected interpretation that they make the diverse painters that execute them of them.

 

Um estudo de dois caráter femininos de Shakespeare: Julieta e Porcia e das representações de plástico delas em custo de Watherhouse, Hayez, ou Millais, etc. As telas deles nos demonstram a inter-relação entre a literatura e a pintura. e/ou a interpretação inesperada que você  eles faz os pintores diversos que os executam deles.

 Tratamiento plástico de los personajes femeninos en Shakespeare. Por: Virginia Seguí.

Capítulo I: Julieta y Porcia.

 

 

La producción literaria del más insigne de los poetas de habla inglesa es larga y variada por tanto un estudio exhaustivo de sus personajes femeninos sería excesivo para el ámbito que nos ocupa, por ello nos ceñiremos a los más importantes y/o a los que con mayor frecuencia han sido tratados por los artistas plásticos.

Para su estudio la obra de Shakespeare (Fig.1) suele clasificarse en categorías; en primer lugar sus poemas, pese a no ser sus primeras obras, pues ya tenía cierta reputación como actor y autor dramático cuando, en 1593, pública su Venus y Adonis, escrita quizás hacia 1591 ya que habla de ella como el <primogénito de mi invención> y un año después aparece La violación de Lucrecia; obras inspiradas en temas y autores de la Antigüedad en las que destacan sus especiales dotes poéticas y particular visión de los temas; y en 1599 Los Sonetos, obra intimista y de carácter privado y personal que circulaba en su estrecho círculo de amigos y, al parecer publicada sin conocimiento ni consentimiento de su autor, por Thomas Thorpe, conocido escritor y editor que se movía en círculos literarios.  

Ahora bien, lo realmente interesante para este estudio será su producción teatral entre la que encontramos obras de diversos tipos: comedias, tragedias y dramas históricos; por la riqueza y variedad que presentan sus personajes de todo género y condición, entre los que destacan los femeninos en los que el autor plasma su particular visión de la realidad para lo que, dada su capacidad de observación, estaba especialmente dotado; articulando en ellos diferentes personalidades adecuadas a los diferentes contextos y condiciones en los que los presente y/o ubica.

Por otro lado relacionaremos estos personajes con algunas de sus representaciones plásticas, realizaciones efectuadas por artistas plásticos que a lo largo de la historia, atraídos por la riqueza de los temas y la fuerza de los personajes, se inspiraron en sus obras para crear su propia imaginería.

  ( Fig. 1. W. Shakespeare. Taylor.1856)

Empezaremos por una obra de juventud Romeo y Julieta ya que Shakespeare tenía veintiocho años cuando creó el drama que destaca entre el resto de las producciones renacentistas inglesas y que le servirá para desmarcarse de su más inmediato y próximo competidor en el campo literario Marlowe; obra comparable La Celestina de Fernando de Rojas y que por sí sola bastaría para hacer famoso a su autor. Las fuentes de la obra se hunden en el pasado pudiendo relacionarla ya con la novela griega Anthia y Abrocaomas, de Jenofonte Efesio; retomada por Masuccio de Salerna, mas conocido por Boccaccio, en una de las narraciones del Novellino (1476); y que Luigi da Porto en 1485 recogiendo una antigua tradición de Verona convertirá ya en un relato que presenta los principales rasgos del argumento que muy bien pudo la base del de Shakespeare; aun pudiendo citar otros antecedentes más próximos en el tiempo, pasaremos a centraremos en el personaje que nos interesa: Julieta; la joven adolescente a la que vemos transformase en mujer a través de su amor por Romeo, a la que su propia ingenuidad y ternura la permiten hacer gala de una sinceridad que podría ser censurada si no supiéramos a donde la conduce, Shakespeare sabe plasmar en ella ese fresco sentimiento amoroso, únicamente posible en la adolescencia, cuando el ser amado puede llegar a convertirse en el fin último de la existencia. Su espontaneidad es tal que sus manifestaciones de amor dejan desarmado a un Romeo que todavía no dado el paso entre una fascinación, quizás todavía platónica, y la realidad del amor entre hombre y mujer de la que ya es consciente Julieta. La rivalidad entre sus familias y la sociedad patriarcal en la que vivía, y en la que vivía su autor, condicionan también la actuación de Julieta, aunque se opone al intento de su padre de casarla con un hombre al que no quiere y la determinación de su amor por Romeo la lleva a la muerte. 

En general el tratamiento plástico de escenas de obras de Shakespeare será cada vez más a partir de finales del siglo XVIII al calor de los movimientos estéticos que se irán surgiendo, todos ellos vinculados de una forma u otra con el Romanticismo; así los mejores ejemplos de plásticos de las mujeres shakesperianas serán realizadas en esta época. Hay que considerar que al grupo de obras creadas de forma individual y autónoma por muchos artistas de la época, que en la búsqueda del éxito o por convicción personal las adecuaban al gusto estético romántico en el que primaban los temas históricos, leyendas medievales y/o los relacionados con la recuperación de tradiciones autóctonas de cada país; cabria añadir que el incremento de la industria libresca, y el gran auge que tuvo el libro romántico; en los que los editores, en muchos casos, retomaron las obras literarias mas representativas de de los siglos anteriores entre las cuales, sin duda, destacan las de Shakespeare, y que aprovechando los avances y nuevas técnicas de los métodos reproducción de imágenes se enriquecían ilustrándolos con grabados o litografías realizadas por os artitas de mayor fama del momento, en las que se representaban los momentos más significativos de la obra.

Las representaciones que encontramos de Julieta son variadas, y no todas se adecuan a la imagen de de ella se desprende del texto sino que, a veces, el autor no pudiendo sustraerse a su propia realidad interpreta el personaje alejándose de la creación shakesperiana e introduciendo características vinculadas a la visión que de la mujer se tenía en su propia época.

   (Fig. 2. Julieta. Waterhouse. 1898)              (Fig. 3. Julieta. Ilustración de Calderón.1888) 

 

 

 

 

 

( Fig. 4. Julieta. Hatherell. 1912)                                                                   

Para no ser exhaustivos hemos elegidos tres imágenes de Julieta realizadas por otros tantos autores en la que podemos comprobarlo: Las obras realizadas por dos ingleses ambos vinculados al movimiento prerrafaelistas: la de Watherhouse (1849-1917) de 1889 (Fig.2), y la de Calderón (1833-1898) de 1896 (Fig.3); siendo la tercera una acuarela ejecutada por Hatherell para ilustrar la edición de la obra publicada por Hodder y Stoughton en 1912 (Fig.4). Comparándolas apreciamos que, aún encontrándose en todas ellas la esencia de la Julieta shakesperiana, quizás la que más se acerca al texto es la realizada por Watherhouse. En el caso de la representación de una de las escenas culminantes como es el beso entre los amantes en el en el balcón de la casa de Julieta en Verona, los ejemplos seleccionado son: las realizadas por el italiano Francesco Hayez (1791-1882) en 1823 (Fig.5); la del, nuevamente prerrafaelista, Madox Brown (1821-1893) de 1870 (Fig.6) y la de Dicksee (1853-1928) (Fig.7). Aquí observamos diferencias notables destacando por su inadecuación al texto la realizada por Brown que presenta una Julieta mucho más mujer, y de cierta exhuberancia y provocación pudiendo, quizás, justificar esta interpretación por el desplazamiento del grupo prerrafaelita  hacia posiciones próximas al simbolismo continental, en el que dominaba un tipo de mujer más sensual e inquietante, cercana ya a la mujer fatal de fin de siglo. De los otros dos ejemplos quizás sea Dicksee el que se ajusta con mayor rigor al texto; los personajes de Hayez tienen una edad que sobrepasa la que Shakespeare les asignó en su obra.

 

 ( Fig. 5. Romeo y Julieta. Hayez. 1823)                  ( Fig. 6. Romeo y Julieta. Brown. 1870)    

 

 

 

 

 

 

 

 

 ( Fig. 7.  Romeo y Julieta. Dicksee. )                                 

En 1594 escribe la que se considera su primera de sus grandes comedias El Mercader de Venecia, perfilándose ya un estilo personal desvinculado de la influencia de Marlowe, consiguiendo una creación original de argumento perfectamente trabado en la que destaca los caracteres de sus personajes y la fuerza que éstos imprimen a sus personajes. El tema se vincula a una situación real justificada por el sentimiento antisemita que se vivía en Inglaterra ante la detención de Rodrigo López, erudito judío lisboeta, descendiente de D. Antonio de Portugal que fue detenido y ejecuta en Tuburn acusado de intentar envenenar a la reina, habiéndose relacionado a los personajes de la historia con los de la obra. Sin embargo, al parecer, Shakespeare buen conocedor del mundo veneciano, sus costumbres y tradiciones obtuvo el tema de Il Pecorone de Giovanni Florentino colección de novelas italianas editadas en 1378 donde se recoge la historia del mercader de Venecia, historia que, transformada en canción popular, se hizo famosa en el Londres de finales del XVI. Y la Gesta Romanorum en su capitulo XLVIII ya trata uno de los temas importante de la trama de la obra como es el préstamo hecho por un judío que pone como condición que de no ser saldada la deuda el día señalado, podrá cobrarse en carne; y que llegado el momento y no haber sido saldada la deuda, en el momento en que el juez iba a decretar su ejecución, la dama del deudor, disfrazada de hombre, entró en el tribunal trastocando todos los planes del judío. Mencionándose también el otro argumento principal de la trama la elección de un cofre, entre tres ofrecidos, y la obteniendo, de ser certera la elección, de una recompensa. La protagonista femenina de la historia es Porcia, una dama veneciana, que se halla en una encrucijada ya que su padre al morir ha dejado establecido que deberá casarse con el caballero que elija el cofre en el que se encuentre su retrato, debiendo escoger entre tres construidos con diferentes materiales: uno de oro, otro de plata y otro de plomo. El dilema de Porcia que no quiere contraer matrimonio con alguien a quien no ama pero a la vez no quiere contrariar los deseos de su padre; son muchos los pretendientes, grandes señores que pretenden su mano pero a los que tentarán las riquezas de los cofres eligiendo los equivocados con lo que Porcia, finalmente podrá casarse con el hombre que ama y su criada Nerissa con el criado de éste; esta historia se entremezcla con otra con la que están relacionados los que primero fueron sus pretendientes y después son sus esposos: Bassanio y Graciano. Antonio un amigo de Bassanio debe pedir prestado al judío Shylock una suma de dinero, ya que ha invertido sus bienes en intereses en ultramar creyendo haberlos perdido; el préstamo se hace bajo las condiciones expuestas y una vez cumplido el plazo y no pagada la deuda; Shylock, que tiene cuentas pendientes con Antonio, pretende cobrarse la libra de carne para saldar la deuda. La artimaña que urde Porcia para evitarlo, que no es otra que vestirse de hombre y acudir al juicio disfrazada, haciéndose pasar por abogado para así conseguir librar a Antonio de las pretensiones de Shylock. Lo que consigue plenamente mediante una artimaña de la que no puede escapar el judío y que demuestra su gran talento e inteligencia. Después de que Shylock ha rechazado el triple del dinero prestado demostrando de forma inequívoca que lo que pretende es tomar una libra de carne de Antonio y, si es posible, de algún sitio vital para que muera al obtenerla; el joven abogado que aparece en escena le dice que sí, que está en su derecho; pero que debe hacerlo sin derramar una gota de sangre de deudor, ya que si lo hace se considerará, según las leyes venecianas, que un extranjero, como él es, atenta contra la vida de un ciudadano de Venecia y será castigado con la muerte; esto deja desarmado al judío que, al darse cuenta, intenta salir lo mejor parado posible queriendo, entonces, cobrar la mayor cantidad ofrecida. El motivo de esta exposición no es otro que demostrar que el personaje creado por Shakespeare en Porcia, es una mujer poseedora de un carácter admirable, capaz de tener iniciativas, de pensar estratagemas, capaz de discutir y declamar exponiendo razones y leyes como un hombre (su discurso en el juicio está basado en el tratado De Clementia de Séneca); aunque eso si, deba disfrazarse y convertirse en uno de ellos para hacerlo; estratagema a la que debieron recurrir muchas mujeres para poder acceder a algunos beneficios a los que sólo tenían derecho los hombres, como ocurría con la educación superior, y en algunos casos y países hasta bien entrado el siglo XX. Pero también existe en la obra otra Porcia compatible con la anterior pero mucho más acorde con cualquier personaje femenino de todos los tiempos; esa Porcia está junto a Bassanio cuando le dice: «Vos me veis noble Bassanio, tal cual soy. Y aunque por mi cuenta no tendría el menor deseo de querer ser mejor, por vos quisiera triplicarme veinte veces a mi misma, se mil veces más bella, diez mil veces más rica y, solo para subir más alto en vuestra estima, quisiera poder sobrepasar en virtud, en belleza, en bienes y en amigos toda otra estima; pero la suma total de mi es una suma… de poco; para decirlo aproximadamente, no soy más que una muchacha sin instrucción, ni cultura, ni experiencia, afortunada porque no soy tan vieja que no tenga la posibilidad de instruirme, más afortunada aún porque no nací tan necia como para no poder aprender y afortunadísima sobre todo porque mi espíritu se confía dócilmente en el vuestro para que me guiéis como mi señor, mi tutor y mi rey».

   ( Fig. 8. Porcia. Millais. 1883)                   ( Fig. 9. Porcia. Woods. 1888)

 

 

 

   ( Fig. 10. Porcia y Shylok.  Sully. 1835)

Es por tanto la riqueza del personaje difícil de traspasar a un lienzo, ya que puede presentarse una mujer en la que veamos, belleza, elegancia, prudencia, inteligencia, pero ¿cómo plasmar todas sus capacidades intelectuales y otras virtudes que el texto no escatima a Porcia?. Hemos encontrado algunos ejemplos de imágenes de Porcia realizadas también por prerrafaelistas Millais (1829-1896) en 1886 (Fig.8) y Woods (1846-1921) en 1888 (Fig.9); únicamente Woods, elije la imagen de Porcia disfrazada de abogado, parece estar leyendo o ensayando el discurso que debe pronunciar, mas debemos conocer el tema para reconocer en ella al personaje shakesperiano y dotarla de todas sus características. El ejemplo de Sully (1783-1872) de 1835 (Fig.10) difiere en algo, ya que la presenta al lado de Shylock quizás en la escena del juicio, ya que lleva un papel en sus manos, aunque su aspecto es inequívocamente femenino.

 

 

Las mujeres de Shakespeare es un tema demasiado amplio para abarcarlo en un artículo de esta extensión, por tanto continuaremos la serie ampliándola con más, y si cabe, con mejores ejemplos.