Poetas Cubanos de Hoy II. León Estrada. Por: Pedro.A. López Cerviño. Villancicos Españoles.II. Por: José Julio Perlado.
Es, a mi juicio, el más entendido de los poetas en materia histórico-literaria y ha escrito, él solito, el único Diccionario de Escritores Santiagueros que existe, obra por demás colosal y que tendrán que agradecerle unas cuantas generaciones.( Pedro Antonio López Cerviño)
Del siglo XV a hoy, los villancicos han ido no solo evolucionando sino incluso perdiendo su carácter sagrado, abriendo su contenido a otras expresiones, y aunque su función predominante es la canción navideña, pueden denotar otras funcionalidades. José Julio Perlado en este segundo ensayo nos muestra algunos ejemplos de ello.
Poetas Cubanos de hoy: José Francisco León Estrada. Por: Pedro Antonio López Cerviño.
Este león es de los buenos. No porque no ruja, pues lo hace y bien. Sobre todo en materia de escribir versos que es donde su estirpe de monarca se pone a prueba. León Estrada, (Santiago de Cuba 1962) de nombre José Francisco o viceversa pues ya no recuerdo otro modo de nombrarle que no sea con sus apellidos. Su estampa quijotesca le acentúa donde quiera que va como un auténtico personaje sin pose ni montaje. León es editor y de los buenos. Se ha echado a sus hombros la revista Del Caribe que se publica trimestralmente en Santiago de Cuba y que es hoy día la publicación periódica de corte antropológico más antigua de Cuba. Es, a mi juicio, el más entendido de los poetas en materia histórico-literaria y ha escrito, él solito, el único Diccionario de Escritores Santiagueros que existe, obra por demás colosal y que tendrán que agradecerle unas cuantas generaciones.
León es un misántropo irreverente, no asiste a vida social alguna, a menos que le interese demasiado. Trabaja y trabaja y no dudo que trasnoche escribiendo buenos versos. Con él emprendí la aventura de antologar a los poetas contemporáneos santiagueros en un libro que se editó en el 2007 en República Dominicana. Claro que casi todo el trabajo lo hizo él, tan diestro en fichar toda la poesía. Yo tan solo revisé y le di mi manifiesto consentimiento.
En los años duros, esos del llamado quinquenio o decenio gris en Cuba fue objeto de atrocidades perpetradas por mediocridades intelectuales de las que se defendió con donaire e hidalguía. Pero nada melló su fe en tiempos mejores. Ahí está, mejor entre los mejores, merecedor de una buena decena de premios bien merecidos, por cierto, y un envidiable dossier de publicaciones (casi veinte cuadernos de poesía, sin contar las publicaciones de diversa índole donde le han editado sus versos). Incansable en esa noble tarea de dar a conocer a los demás ha fungido como editor en Santiago, la casa editorial de esa ciudad de Cuba, ha compilado la obra de un buen grupo de poetas y se honran cinco o seis revistas de contarlo entre los miembros de sus Consejos de Redacción.
Villancicos españoles II. Por: José Julio Perlado.
La devoción franciscana en el siglo XV, los retablos góticos, los cantares y romances, la música de vihuelas, los libros de horas, todo se acerca de un modo u otro al cántico del Nacimiento de Dios con su corte de villancicos.
En el monasterio de Calabazanos, las monjas entonan gozos de Navidad de Gómez Manrique:
Callad, vos, Señor,
nuestro Redentor,
que vuestro dolor
durará poquito.
Fray Iñigo, en su «Vita Christi» canta la Navidad dialogando con los pastores:
Cata, cata, Juan Pastor
y juro a mí, pecador,
un hombre viene volando…
Si, para San Julián,
ya llega somo la peña;
purre el zurrón del pan
acoger me he a Sant Millán
que se me eriza la greña.
y mi muza colorada
para que, si a mí se llega,
porque no me haga nada,
le haga la rebellada
a huer de la palaciega.
Entre 1560 y 1638 José de Valdivieso, sacerdote toledano, íntimo amigo de Lope, al que asistió en la hora de la muerte, compone estas seguidillas:
Dadnos, virgen bella,
del nochebueno,
de diversas frutas
El cielo, señora,
que diz que es muy vuestro,
os dio en aguinaldo
quanto tiene bueno.
El Padre a su Hijo,
el Hijo a sí mesmo,
el Hijo y el Padre
al Amor eterno.
Dadnos estas pasquas
del nochebueno,
de diversas frutas
y pan del cielo.
Manuel Alvar editó hace unos años unos hermosos pliegues de «Villancicos dieciochescos» centrados especialmente en lo guardado en el Archivo Municipal de Málaga. Como siempre en estos casos, la música y la poesía se hermanaban y los libretistas provenían de diversas partes y a la vez los músicos colaboraban desde distintas ciudades. Eran un conjunto de «pasos», dedicados al tema religioso y anteriores a las tonadas escénicas. Lengua, temática e incluso reflejos de vida social se entrelazaban en muchos de ellos. En 1735, por ejemplo, en las representaciones en diversos templos, se cantaba:
Los pastores de Belén
para festejar al Niño,
una comedia disponen
con natural regocijo
(…)
ya está el teatro puesto
en un portal lucido,
donde se representa
de Amor lo peregrino.
En otra ocasión llega un pescador con su nave y para divertir al Niño «cantarle quiero/ la tonadilla/ del marinero»:
Iza, amaina, al remo,
las velas a la playa.
Las ondas suben,
las ondas bajan,
pero mi nave
siempre está en calma.
La tonadilla
aquí se quede
arrimando mi nave
junto al pesebre.
Muchos poetas contemporáneos se podrían añadir al coro de los villancicos españoles: Juan Ramón, Alberti, Luís Rosales, Gerardo Diego, José Hierro y tantos otros. Alberti dice, por ejemplo:
– ¡Muchachas, las panderetas!
De abajo yo, por las cuestas,
cantando, hacia el barrio alto.
La Virgen María,
llorando, arrecida,
hacia el barrio bajo
¡Las panderetas, muchachas!
Un portal.
No lo tenemos.
Por una noche…
¿Quién eres?
La Virgen.
¿La Virgen tú,
tan cubiertita de nieve?
Sí.
La mejor casa, Señora;
la mejor,
si sois la Madre de Dios.
¡Abran los portales, abran!
¡Pronto,
por favor,
que está la Madre de Dios!
Las citas serían numerosas. Hasta las letras bailan su villancico ante el Portal, como en estos versos de José Javier Aleixandre:
Aquí llegan, Niño,
las cinco vocales,
sencillas y claras
como unos pañales.
De tanto mirarte,
de tanto admirar,
con la boca abierta,
se queda la «a».
Para que le vuelvas
tus ojos, la «e»
desde su ventana
te tira un clavel.
Porque quiere siempre
mirar hacia Ti,
su punto redondo
te entrega la «i».
Nunca como ahora
le dolió a la «o»
que su forma sea
para decir no.
De rodillas pide
llenar de tu luz
su pequeño cuenco
vacío la «u».
Escucha, Cordero,
las cinco vocales:
te ofrecen los niños
su voz en pañales.
Sigo muy interesada esta segunda entrega de los villancicos.
¡Qúe delicia!. Gracias.
Un saludo en la paz de Dios,muy lindos villancicos aqui les dejo mi aprecio y admiracion . Roberto A.
Pingback: VILLANCICO DE LAS CINCO VOCALES « MI SIGLO
Me ha gustado mucho la proyección de esta revista
suerte
Pingback: VILLANCICOS ESPAÑOLES ( 2) . – NAVIDAD 2012 (2) « MI SIGLO